
La piel y el sistema nervioso central comparten un mismo punto de partida que es la fase embrionaria, por tanto la piel es un órgano que puede afectarse por temas neurológicos y psíquicos, es decir, emociones de todo tipo. En palabras simples, el ser humano puede expresar a través de sus piel, diversos estados emocionales.
Al mismo tiempo, un sentimiento, es decir la reflexión mental que se desprende de esa emoción, puede afectar el sistema nervioso, lo que gatilla una respuesta en el sistema defensivo y las enfermedades se vuelven una opción.
¿Pueden los animales somatizar en su piel las emociones de sus humanos?
Sí. La emoción de una persona puede desencadenar una emoción en su compañer@ animal, emoción que al mismo tiempo puede llegar a expresarse a nivel fisiológico, como ocurre en el caso de muchos animales que experimentan alergias.
A su vez, una emoción siempre va ligada al exceso y carencia de un elemento u órgano.
¿Por qué ocurre esta somatización? ¿Cómo evitarla? ¿o reducirla?
Te lo cuento en la publicación del Blog, en el link de mi biografía puedes encontrar la ruta. Te espero ahí.
Los animales forman parte del núcleo familiar. Conviven a diario con nuestros patrones de vida y por ende interactúan con nuestros pensamientos, sentimientos y emociones, los que a su vez, siempre que son emitidos provocan una descarga energética que afecta el entorno. El animal, es parte del entorno.
Esta descarga genera una emoción en el animal, la que interactúa con su sistema nervioso central, pero también con su sistema endocrino e inmunológico provocando una respuesta que 0perfectamente se puede expresar en su piel.
Nuestros compañer@s animales son esponjas de los pensamientos, sentimientos y emociones que experimentan los humanos responsables. Es el entorno del animal el que determina su comportamiento y emocionalidad.
Desde el momento en que un animal comienza a formar parte de un núcleo familiar, pasan por diversos niveles de dependencia, semejante al que viven los niños y niñas en un hogar. La diferencia está, en que el niño crece y esa dependencia se corta, lo que no ocurre en el animal, el que siempre es considerado y tratado como un eterno pequeño, hijo, bebé, infantilizándolo incluso. Por tanto, se vuelve vulnerable y dependiente incluso, hasta su ancianidad y el momento de su muerte.
Desde esa vereda el animal, al ser un alma limpia, pura y sin coraza, asume además responsabilidades energéticas, pasando a ser la válvula de escape de la familia, absorbiendo de sus responsables incluso las emociones que se encuentran a nivel subconsciente, lo que claramente es una olla presión a llama alta.
Todo lo mencionado sigue respondiendo a la pregunta de “Sí ES POSIBLE que el ANIMAL somatice las emociones de sus humanos responsables. Somatización que por lo demás es a nivel celular, que es el lugar donde comienzan a desarrollarse los procesos bioquímicos para luego incluso transformarse en una enfermedad orgánica.
La familia es el sistema nuclear considerado como UNIDAD, espacio de intercambio energético absoluto y permanente, donde todos son partícipes y responsables de aportar. La pregunta es ¿los humanos responsables están emanando energías positivas o negativas para ese animal que habita el hogar?

No es llegar y tener un animal en nuestra casa, se trata de darle calidad de vida, y la calidad de vida no es solo alimento y techo, sino una compañía equilibrada, resuelta, regulada emocionalmente, y no insistir en sostener un ritmo en el que ellos sigan absorbiendo nuestros bloqueos, traumas, trancas e inseguridades.
Te dejo la pregunta ¿Qué estás haciendo por transformarte en un ser humano pleno y completo?
Si aún no empiezas, tienes dos vías, comenzar a sanar y ocuparte de ti, y al mismo tiempo brindarle a tu compañer@ animal alguna experiencia para restaurar y potenciar su salud.
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